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LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES.

En una sociedad saturada de información, en la que las noticias nos acechan desde varios flancos a la vez y los titulares se convierten en nuestro punto de referencia, cabe preguntarse hasta qué punto estamos gestionando nuestros recursos con la debida eficacia. Vivimos en mundo interconectado, donde el exceso de información se ha convertido en nuestro mayor enemigo gracias a los intereses inherentes al sistema. Por eso debemos preguntarnos si ha merecido la pena tanto avance o nos ha convertido en verdaderos analfabetos funcionales, esclavos de nuestra propia apatía y entregados en cuerpo y alma a intereses que poco o nada tienen que ver con los nuestros. Acostumbrados a esta vorágine informativa, nos hemos vuelto incapaces de concentrarnos en lo que se intenta desarrollar en el interior de una noticia y, en muchas ocasiones, no tenemos la determinación suficiente para indagar más allá del titular. Esta apatía, generada por la propia industria de manera consciente, nos lleva a quedarnos solo con lo que nos interesa, sin forzar a nuestra mente a una reflexión pausada de los contenidos y, con ello, a una comprensión más profunda de las intenciones del redactor. Los titulares son ahora las noticias, es por eso que han cobrado tanta importancia en nuestra sociedad, y su posterior desarrollo tan solo una odisea demasiado tediosa para nuestras saturadas mentes, que se niegan a realizar un esfuerzo que de por sí resulta mucho más provechoso que la simple autocomplacencia de creerse en la posesión de la verdad tan solo porque nos han dicho que algo es así, sin más. Y lo cierto, en muchas ocasiones, es que han intentado hacernos creer que algo es blanco, cuando nosotros sabemos que es negro; pero no tenemos arrestos suficientes para contradecir a quien, por designación popular, consideramos en posesión de la verdad. Pero es entonces cuando debemos preguntarnos cuál es la verdadera intención de nuestro gurú particular, y realizar una reflexión crítica sobre todo lo que conlleva. ¿La verdad está en manos de la persona que comparte nuestro punto de vista? ¿O puede ser que en ciertas ocasiones le pertenezca a quien discrepa conmigo? Lo cierto es que ninguna de las dos es absoluta en modo alguno. La verdad puede estar unas veces en manos de uno y otras veces en manos del otro; pero en casi todas las ocasiones estará dividida entre los dos, y aun así no estará completa. Porque la verdad es la que es, y no va a cambiar por mucho que nos empeñemos. Y debemos valorar su importancia en toda su extensión, sin prejuicios ideológicos ni morales. Por eso debemos plantearnos lo siguiente y reflexionar sobre ello. ¿Estamos dispuestos a aceptar la verdad o preferimos quedarnos con lo que queremos ver? Es cierto que la verdad exige un gran esfuerzo por nuestra parte, y no todos estamos dispuestos a realizarlo. Nos pide que busquemos más allá, que indaguemos en diversas fuentes y que no confiemos plenamente en nadie. Nos solicita un poco de crítica, y también una mente abierta. Abierta a otras opciones, a otras ideas y a la difícil pero satisfactoria tarea de ir contra nuestros propios pensamientos. Esa es la clave de todo. Porque si queremos saber la verdad, no basta con buscar entre nuestros afines. Debemos ir más lejos, arriesgarnos a la contradicción y dejar que otras formas de pensar pongan en jaque a nuestro razonamiento. Solo así seremos capaces de hallar la verdad en un mundo plagado de falsedad e intereses encubiertos. La verdad nos hará libres. Aunque pueda parecer difícil de aceptar.

Efrén Villaverde.

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